miércoles, 27 de agosto de 2008

SOBRE EL ABUSO SEXUAL INFANTIL


Los indicios apuntan a que la incidencia del abuso sexual infantil es muy alta. Los datos disponibles que nos permiten hacer dicha afirmación están basados en los casos denunciados a la policía o a los servicios de protección al menor, pero sólo representan una parte de los casos reales. Sabemos que la mayoría de los abusos no acaban en denuncia (menos de la mitad son reportados a los organismos inherentes).
Un estudio realizado para determinar prevalencia de abuso sexual infantil se llevo a cabo en población adulta, preguntándosele si lo habían sufrido en su infancia. Los resultados fueron sorprendentes: un promedio de 38.5% de mujeres y 9,5% de los hombres habían sido abusados.


¿Qué puede considerarse Abuso Sexual Infantil?
El término «Abuso Sexual Infantil» abarca distintos tipos de comportamiento: caricias, introducción de objetos o dedos en la vagina o ano, estimulación oral, exhibición de los genitales a l@s niñ@s, masturbación frente a un infante, promoción de trabajo sexual en menores (prostitución, pornografía), obligarles a presenciar escenas sexuales, y penetración vaginal, anal u oral con el pene. Se estima que el 36% de los agresores sexuales mantienen relaciones sexuales con sus víctimas. Aunque la penetración con el pene suele ser más habitual a partir de los 10 años de edad del niño, existen casos de víctimas más jóvenes. Los agresores sexuales suelen proceder de todas las profesiones, razas y grupos étnicos. La mayoría de ellos son personas conocidas por la víctima y, muchas veces, adultos en los que el niño debería confiar, muy frecuentemente familiares cercanos y hasta directos (primos, abuelos, tíos, y hasta padres).
Las víctimas de abuso, por su parte, lo son indistintamente de su sexo. El período de mayor vulnerabilidad para ambos sexos está entre los 7 y los 13 años de edad, aunque cerca del 30% de tod@s l@s niñ@s tiene menos de 7 años.


Efectos del Abuso Sexual Infantil
L@s niñ@s y adolescentes víctimas de abuso sexual suelen tener cierta propensión a los sentimientos crónicos de ansiedad y miedo, depresión, ideación y comportamientos suicidas, e irritabilidad o sentimientos de ira. Ansiedad y depresión también aparecen con frecuencia en la edad adulta de aquellas personas abusadas durante la infancia. Se considera que el agredido, de adulto, se convierte en agresor. Hasta se ha convertido en una condición sinequanon.
L@s niñ@s que han sufrido de abuso sexual suelen distinguirse de l@s que no lo han sufrido porque muestran un comportamiento hipersexualizado. En el ámbito interpersonal, las víctimas pueden caracterizarse por la falta o pérdida de habilidades sociales, la desconfianza, el miedo a la intimidad, y porque suelen tener pocos amigos. Por su parte, los adultos y adolescentes abusados en la niñez presentan episodios frecuentes de promiscuidad, o incluso aversión sexual o falta de interés en la sexualidad, así como disfunciones sexuales (vaginismo, disfunción eréctil, y disfunción orgásmica femenina). Es común, así mismo, que tengan problemas de conducta y dificultades para concentrarse y mantener la atención, así como problemas escolares o de aprendizaje. Quizá mientan o roben. En cuanto a las manifestaciones físicas, pueden existir lesiones genitales, infecciones urinarias, infecciones de transmisión sexual (anteriormente llamadas enfermedades venéreas), embarazos no deseados y dolores de cualquier índole (pélvico, de cabeza, de estómago, y dolores crónicos difusos).


Prevención del Abuso Sexual Infantil
Se han escrito numerosos libros y folletos informativos para enseñar a niñ@s y padres cómo evitar y prevenir el abuso sexual. Estas publicaciones intentan como mostrar a l@s niñ@s la diferencia entre un tocamiento apropiado y uno inapropiado. Asimismo, les enseñan a ser más asertivos y a informar cuando un adulto les toca de manera inadecuada, así como a huir de la situación, gritar para llamar la atención de otros y/o pedir ayuda.
Además de enseñar a l@s niñ@s, la educación de la sociedad en general es otro paso muy importante en la prevención del abuso sexual infantil. Una sociedad concientizada ejercerá mayor presión sobre los gobiernos y funcionarios que tratan el tema, y podrá sacar a la luz pública casos de abuso que, de otra forma, permanecerían ocultos. En Venezuela contamos con la Ley Orgánica de Protección al Niño y al Adolescente (LOPNA).
Otro método preventivo es la educación sexual, que debería impartirse tanto en casa como en la escuela, y en la que se tendría que seleccionar el material de apoyo y su contenido en función de la edad del niño. Asimismo, habría que intentar que l@s niñ@s se sientan cómod@s al hablar de estos temas con sus padres y profesores. La educación debe exaltar los aspectos afectivos de la sexualidad. Esta temática permite que niñ@s y adolescentes, además de estar más protegidos al estar bien informado, retrasen la edad de inicio de relaciones sexuales según han indicado las investigaciones, y no perversión y precocidad sexual como se ha pretendido difundir.
Los programas de prevención dirigidos a policías, maestros y personal de guardería tienen como objetivo enseñarles a detectar posibles casos de abuso para así tener una reacción constructiva frente a la agresión.
El agresor sexual debe ser rehabilitado más que encarcelado y dejado en prisión a su libre albedrío y por mucho tiempo, lo cual no soluciona. Es muy sabido la descomposición en la que se sumergen nuestros reos con la finalidad de sobrevivir, lo que les convierte en peores antisociales. Psicoterapia, terapia sexológica, medicación oral, castración hormonal, mudanza lejos del domicilio del agredido y de institutos escolares o parques infantiles, visitas policiales periódicas y citas para su auto-reporte a los institutos legales son vitales en este proceso.

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