El oído es un instrumento de
equilibrio, delicadamente sintonizado para la armonía y la discordia. Una
charla en la cama te ofrece la oportunidad de indicar a tu pareja como
realmente te sientes y deseas, de compartir confidencias y fantasías, de
solicitudes y halagos por lo que se hace. De los gemidos sensuales que expresan
nuestro placer y nuestra satisfacción.
La cama puede ser también el
lugar para hablar tranquilamente de las dificultades, acostados y mirándose a
los ojos. Es el lugar en que ambos miembros de la pareja pueden ayudarse
mutuamente con los problemas y diferencias emocionales y sexuales. Dado que a
los hombres les resulta muy difícil hablar de amor y sexualidad, normalmente
suele ser la mujer la que toma la iniciativa. En dicha conversación, se debe
manejar el interlocutor de la manera más asertiva, evitando juzgar, criticar,
culpar o recriminar. Uno de mis dichos más sabios es “Un problema no se resuelve con otro”. En este caso, es agravar en
vez de mejorar. Lo que se diga puede herir a quien nos escucha, aunque hay que
considerar que no se debe interpretar nada sin preguntar que se quiere decir si
se tiene o crea duda. Esto es especialmente válido si se comparten fantasías
sexuales que involucren otras personas diferentes a la pareja.
Fantasías compartidas
Como su nombre lo dice, una
fantasía es una situación totalmente imaginaria e irreal. Un mundo onírico, una
ensoñación. En el caso de las fantasías de tipo sexual, de manera individual,
se convierten en un intenso estímulo endógeno de excitación y placer sexual,
además de alimentar el morbo sano. Al momento de compartirse, se debe ser muy
abiert@ y comprensiv@ pues, al sentir que estas te afectan, pueden convertirse
en un factor de discordia, desembocando en discusiones.
La diferencia entre una fantasía
sexual y su representación en la vida real es que no implica ninguna
responsabilidad. En la fantasía, todo marcha de acuerdo con los deseos de su
autor. No se impone la voluntad de otra –u otras- personas, ni sensaciones físicas
extrañas. El autor de la fantasía se centra en adaptar la imagen mental a las
exquisitas sensaciones que pueden conducir a un orgasmo. Muchas veces son
situaciones no viables o no compatibles con el placer real si se buscan hacer
realidad. Muchas parejas prefieren que las fantasías permanezcan en la
irrealidad por evitar displaceres o frustraciones.
¡Háblame sucio!
Lo que se consideran “palabrotas” o “groserías”, pueden en algún momento convertirse en elementos de
incremento de la intensidad sexual en una relación sexual, sobre todo si se
tiene el gusto por oír o hablar.
De acuerdo a características y
vivencias muy propias, podemos enfocarnos en uno de nuestros sentidos en
particular y exaltarlo en nuestra vida diaria, actividades cotidianas y encuentros
sexuales.
En vez de “malas palabras”, considero que esos términos catalogados como
soeces son más coloquiales y populares que insultos. Pero, por esa implicación
de significado e intención, lo prohibitivo y lo reprendible, pueden dar
confirmación a la intimidad en pareja, a la confianza, a la apertura sexual, a
lo clandestino, y a crear hasta códigos propios de la pareja.
A su vez, demuestran cómo la
intensidad de la pasión nos hace desbocarnos, perdiendo así los controles
conscientes, cayendo en desinhibiciones y poder soltar así “vulgaridades sexuales” que, si se esperan o se desean, realzaran
el placer sexual. En el momento en que no se esperan ni se desean –por
aprendizaje sexual e influencia sociocultural- se constituyen como repelentes
sexuales, antiplacer y bloqueantes del buen desenvolvimiento de la respuesta
sexual, a su vez generadores de conflictos de pareja.
Lo ideal es conocerse sexualmente
de manera integral. Y si algunos no se conocen por no haber aflorado de manera
espontánea, aprender a disfrutarlos, moderarlos, modificarlos, o negociarlos
para evitar discordias y efectos perjudiciales.
¿Lo hacemos por teléfono?
Muchas parejas, durante el
noviazgo o aun durante la convivencia, al separarse circunstancial y
temporalmente, y querer mantener el contacto y el apasionamiento que se
producen entre sí, pueden iniciar juegos sexuales a distancia a través de la
seducción por conversaciones telefónicas.
En ocasiones, el hecho de no
estarse viendo a la cara a otra persona
ni enfrentándose directamente, se puede ser totalmente libre para expresarse
verbalmente en lo sexual. A su vez, le permite al escucha, conocer más los
gustos y preferencia de actividades del repertorio erótico de su pareja. Esto
propiciaría una mejor interacción futura, traduciéndose en mayor disfrute,
placer, y satisfacción sexuales.
Si se
practica de manera aislada, esporádica, obedeciendo a ciertas condiciones
transitorias, es sano. Ahora, si se convierte en el método exclusivo de
activación sexual, ya es una parafilia o disfunción sexual, la cual se denomina
Escatofilia telefónica. Este trastorno también
se considera cuando las llamadas telefónicas pueden ser a personas conocidas o
no y, en vez de ser llamadas eróticas, más bien son del tipo amenazante o
insultante.
También
es diferente al servicio de Líneas Calientes en las que, a través del pago de
tarifas por minutos, se puede obtener satisfacción sexual imaginaria de los
deseos de quien realiza llamada y la complacencia de quien trabaja en dichos
centros de “sexo telefónico”.
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