sábado, 19 de septiembre de 2009

AHUYENTAR LOS FANTASMAS ATERRORIZANTES DE LA SEROPOSITIVIDAD AL VIH


Alvy Jiménez, gran amigo y futuro comunicador social, en pleno enfoque de su misión como profesional de la difusión de información, redactó esta carta para el Concurso de Mount Blanc. Gentimente, me la ha cedido para ser publicada en este blog orientado a la educación y salud en materia de sexualidad. Por su profundidad y mensaje muy humano, acá está en su deseo de hacerla pública y compartirla con todo aquel quien se encuentre en esta posición o tenga algún conflicto que haya maximizado desde su punto de vista y no sea el fantasma que ha creado desde el mismo. Gracias, Alvy! Éxitos por montones!
Caracas, 30 de septiembre de 2008.


Querida Gaby, espero te encuentres bien.


Últimamente nos tenemos un poco olvidados. Entiendo que las obligaciones estudiantiles y laborales nos agobian, sin embargo hoy cuando desperté y aún daba vueltas en mi cama intentando descubrir un pasadizo secreto que me llevara a otro planeta o por lo menos a una isla en el Caribe para tomar algo de sol, pensé en ti. Debo confesar que en esos días que parecieran sólo ser nublados en mi habitación, durante esos desesperanzados trayectos de nueves estaciones de la universidad a la casa o en aquellos aburridos domingos que se aderezan con lluvia, recordarte me alienta a sonreír.



La verdad te me has convertido en más efectiva que un despertador y sus infinitas repeticiones cada 10 minutos, o que mi mamá con sus gritos: “¿Alvy, tu no tienes clases hoy?” Y cómo no serlo amiguita, si eres un ejemplo, mi ejemplo de amor a la vida.


Aún sigue vivo en mi mente aquel viernes de agosto cuando me llamaste, muy seria, para que nos viéramos. Al llegar a tu casa, el abrazo que me diste me dijo que algo no andaba bien. Más tarde, luego de una caja de chocolates, me confesaste de tu muerte y en ese mismo instante fui testigo de tu nacimiento. Obviamente, tú lo recordarás mejor que yo, y aún me siento impotente por no haber estado a tu lado cuando abriste ese sobre que te cambió la vida. Imagino tu rostro empañarse por las lágrimas teñidas por el rímel. Imagino como sentiste que caías en un profundo abismo mientras leías la palabra “REACTIVA”. Imagino como te viste morir cuando te supiste VIH positiva.


Han pasado más de dos años de aquel día y como tú misma dices cada mañana sales al mundo llevando maquillaje hasta en el corazón, jeans y tacones y caminas al ritmo de tus galopantes piernas pues tienes una cita con la nueva vida que te ha tocado vivir. Y es así amiga mía, una cita con una vida que no espera por nadie, y que hay que salir a buscar.


Sabes, a veces las personas nos pasamos la vida deseando algo, anhelando el futuro, y pasan los años y en un punto nos detenemos, o nos detienen, y nos percatamos de que hemos desperdiciado todo. No nos llevamos nada realmente valioso a la nueva vida. Esto lo he entendido gracias a ti. Y sé que debes estar en este momento con los cachetes rojos y con una sonrisa a medias preguntándote por qué.


Es simple y simultáneamente complejo. Por ejemplo, a veces creo que el mundo se me viene abajo por una semana completa de exámenes, porque la chica de la sonrisa hermosa no me escribe un mensajito, o porque el país está en crisis. En tu caso que vives gracias a las 7 pastillas diarias, 49 a la semana, y más de 200 al mes, que no tienes novio desde hace más de dos años y que eres victima de la discriminación del mismo país; siempre tienes una sonrisa que ilumina por donde caminas, siempre tienes una palabra de ánimo en los labios.


A eso me refiero cuando digo que eres mi ejemplo de vida ¿Con qué moral me quedo en una cama por un resfriado, si sé que tú te encuentras estudiando, trabajando, en el gimnasio o paseando al perro a sabiendas de que tu cuerpo se encuentra en una constante lucha contra un virus que te ataca y te vuelve vulnerable?

Una lucha que sabemos cuando empezó, pero no cuando terminará. Una lucha que si bien te ha quitado, también te ha llenado de tesoros: algunos los tenías dentro de ti y no te habías permitido descubrirlos.


¡Ay! Gaby, la vida es a veces tan dura, pero también es sabia, pues no te pone una prueba que no puedas superar. Yo sé que hubo un tiempo en el que te sentiste derrotada, vacía. Yo también, aunque con menos dolor, pude sentir esa cachetada que la vida te dio. Te vi de rodillas ante la muerte, y ante ella misma mis ojos se iluminaron al verte secarte las lágrimas, empuñar la mano y levantarte esperanzada, orgullosa, valiente, con la mirada al frente.

Para mí, de eso se trata el amor y la vida. El amor es ese continuo deseo de construir en el hoy, de la conquista de nuestros propios terrenos inhóspitos, de tomar la flor de cada instante. Cuando amas, vives. Y eso es lo que tú has hecho amiga. Porque de qué otra forma podría llamar a eso que haces mientras te tomas el cóctel de pastillas, durante las consultas trimestrales y en cada muestra de sangre. ¡AMAR AMIGA!, ¡AMAR A LA VIDA!, ¡AMARTE A TI MISMA!

Hoy por hoy, gracias a ti, he comprendido que Dios y la vida me regalan la oportunidad de respirar un segundo más y debo agradecer por ello. Entiendo que caminamos por un sendero que, aunque difícil de andar, no podemos perder la oportunidad de convertirlo en un recorrido de esperanza y éxitos. Y es que aún guardo aquella carta en la que me dijiste: “No te preocupes por el futuro. Vive la vida sin límites. Un obstáculo a la vez. Cada alegría en su momento. El futuro es incierto para cada uno de nosotros, pero te digo algo: no temas. Vive cada día mejor que el anterior.”

Una vez, un viernes de agosto, pensamos que no habría un mañana; hoy tampoco sé si lo habrá, pero estoy seguro, que pase lo que pase habremos, o al menos tú habrás, vivido una hermosa vida. Una vida, en la que lo que posees es fruto de las ganas con las que sales a luchar cada día, del amor con que respiras.

Gracias por esa forma tan especial que tienes de existir y por hacerme parte de esa existencia.

Sigue luchando, sigue amando, sigue viviendo

En gerundio hasta la eternidad. Tu amigo por siempre…


Alvy Jiménez

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